Arturo Palomino
Mis historias


Cuentos Infantiles
La tortuguita voladora
...y entonces...la tortuguita, como era lenta, se fue volando.
La mamá tortuga siempre advertía a su hija, de algunos de los peligros del bosque. La gran mayoría de las ocasiones los buenos consejos de la madre, pasaban de largo como el viento, por encima de su carapacho.
Aquel día la tortuguita iba camino a la escuela pero, se entretuvo con algunas mariposa y pájaros que alegremente cantaban y volaban.
- Que tristeza... yo quisiera volar como los pájaros y las mariposas - pensó la tortuguita respirando fuerte.

Con su paso lento y algo triste cargaba aquel carapacho, mirando solo hacia arriba el vuelos de los que habían nacido con la posibilidad de volar.
- Aunque tuviese alas - pensó la tortuguita - con este peso encima de mi...no podría volar - y continuaba su lento caminar hacia la escuela, sin dejar de observar a los pájaros y mariposas.
Para la tortuguita el tiempo no existía y sin que se diera cuenta, tomó otro camino y se alejó mucho de la escuela y su casa.


Infantiles
"La Tortuguita Voladora"
...y entonces...la tortuguita, como era lenta, se fue volando.
La mamá tortuga siempre advertía a su hija, de algunos de los peligros del bosque. La gran mayoría de las ocasiones los buenos consejos de la madre, pasaban de largo como el viento, por encima de su carapacho.
Aquel día la tortuguita iba camino a la escuela pero, se entretuvo con algunas mariposa y pájaros que alegremente cantaban y volaban.
- Que tristeza... yo quisiera volar como los pájaros y las mariposas - pensó la tortuguita respirando fuerte.
Con su paso lento y algo triste cargaba aquel carapacho, mirando solo hacia arriba el vuelos de los que habían nacido con la posibilidad de volar.
- Aunque tuviese alas - pensó la tortuguita - con este peso encima de mi...no podría volar - y continuaba su lento caminar hacia la escuela, sin dejar de observar a los pájaros y mariposas.
Para la tortuguita el tiempo no existía y sin que se diera cuenta, tomó otro camino y se alejó mucho de la escuela y su casa.
De pronto de detuvo. Una mariposa muy amarilla y luminosa, se posó en su nariz e hizo que la tortuguita estornudara.
- ¡¡¡Aaaachiiiiissss!!! - estornudó la tortuguita - ¡¡Aaaachiiiiissss!!! - a la vez que veía como la mariposa, en cada estornudo volaba y volaba frente a ella.
- Disculpa que te haya hecho estornudar - dijo la mariposa con una vocecita que apenas la tortuguita lograba escucharla - no fue mi intención perdona.
- No te preocupes...es que soy muy alérgica - respondió amablemente la tortuguita y continuó - que problema el mio...yo quisiera volar y no puedo.
Entonces la mariposa comenzó a volar en dirección a otro camino y se volteaba para ver a la tortuguita.
Con una de las alas le indicaba por donde debía continuar sus lentos pasos.
Fue entonces que se produjo un silencio y un par de lágrimas salieron de los ojos de la tortuguita.
- ¿Porque lloras? - dijo la mariposa regresando hasta estar bien cerca de la cabeza de la tortuguita.
- Es que llevo tanto tiempo caminando con este paso tan lento por mi carapacho - respondió -...y creo que estoy perdida - dijo entre sollozo y sollozo.
- No llores que yo te puedo guiaré hasta tu escuela - aseguró la mariposa.
- Pero... ya llegaré tarde y la profesora no deja entrar después de la hora que toca la campana - aclaró muy triste la tortuguita.
Entonces la mariposa se quedó por un rato pensando como solucionar aquel problema. De pronto se le poso esta vez en la cabeza.
- A tu casa no te puedo llevar - dijo la mariposa - mi mamá siempre me ha dicho que no debo alejarme tanto.
Nuevamente la mariposa tomo vuelo pero esta vez bien alto y se fue alejando del lugar, dejando a la pobre tortuguita sola y triste. Metió sus paticas y la cabeza dentro de su carapacho y entre suspiros y llanto, se acordó de los consejos sabios de su mamá. Sin saber el tiempo transcurrido en un instante se quedo algo dormida.
Al poco rato apareció la mariposa y casi se metió donde estaba escondida la tortuguita.
- Ven... sale de ahí no te escondas - gritó la mariposa - ven que vamos a volar juntas.
Al escuchar esto, inmediatamente sacó sus patas y cabeza del carapacho.
- Pero si yo no tengo alas – dijo la tortuguita.
La mariposa se acercó un poco mas de donde se encontraba.
- No te preocupes de ese detalle - respondió la mariposa - solo cierra tus ojos e imaginate que tienes alas y puedes volar. Eso si, de inmediato no abras los ojos hasta que no estés totalmente seguro.
Eran tantos los deseos de la tortuguita por volar, que de inmediato cerro sus y se concentró como si tuviese alas. Solo pasó poco menos de un minuto y la tortuguita comenzó a sentir, que una fuerza muy fuerte la levantaba de la tierra donde siempre estaba acostumbrada a caminar. sentía que flotaba en el aire. Fue justamente en ese instante que una brisa refrescante lo envolvió todo.
- Ya puedes abrir los ojos - escuchó que decía la mariposa.
La tortuguita tenia miedo de que tan solo fuese un sueño y no se atrevía abrir sus ojos.
- Vamos que ya estás volando igual que yo - escuchó nuevamente que decía la mariposa.
En eso la tortuguita abrió un ojo y de inmediato el otro y pudo comprobar que era cierto, estaba flotando en el aire y desde su posición, ahora ver los arboles desde arriba.
- ¡¡¡Estoy volando!!! - gritaba la tortuguita una y otra vez - ¡¡¡Estoy volando!!!
Cuando la tortuguita y la mariposa pasaron aquellos árboles tan grandes, la mariposa detuvo su vuelo.
- Lo siento pero... tan solo te puedo acompañar hasta aquí - dijo algo triste - mi mamá siempre me ha aconsejado que solo puedo llegar hasta este lugar.
La mariposa se despidió de la tortuguita, dio la vuelta y regreso al bosque donde siempre volaba. Allí no tenía problemas con los demás y principalmente por hacer caso a su mamá.
Por su parte, la tortuguita siguió su vuelo y de pronto comenzó a ver la cueva donde vivía con su mamá. Poco a poco fue bajando y cuando estuvo cerca de la tierra, puso sus paticas y salió caminando hasta la entrada de la cueva.
Su mamá estaba algo preocupada y no se podía quedar tranquila y caminaba de un lado para otro. Su instinto de madre, le hacia pensar que algo le estaba sucediendo a su pequeña. De pronto su corazón le hizo dar la vuelta y ver a su hija en la distancia.
- ¡¡¡Mamá, mamá!!! - gritaba la tortuguita mientras avanzaba hacia su madre - ¡¡¡ya puedo volar!!!
Cuando llegó cuerpo a cuerpo con su mamá le pidió disculpas por no escuchar sus consejos.
La madre miro al cielo y desde lo alto, una enorme águila, le guiñó un ojo a la vez que emitía un chillido. La mamá tortuga también le guiño un ojo al águila y entraron a la cueva donde a partir de ese instante, la tortuguita obedeció a su madre y diariamente iba directo a su escuela. Jamas supo como pudo llegar a volar y aquella historia, no la comentó jamás y mucho menos al resto de sus amiguitos.
Entre las mamás, todo se sabe y su instinto las hace comunicarse unas con otras. El águila también era mamá y sus polluelos no se alejaban de ella jamas.
Con el tiempo, se supo que aquella mariposa era el ángel protector de todos los animales. En algunos momentos se transformada en diferentes personajes, siempre para hacer cumplir los sueños de todos. El águila había sido enviada por este ángel, para llevar de regreso a su casa a la tortuguita y hacerle ver que siempre hay que obedecer a las mamá.
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