Arturo Palomino
Mis historias


"La Casona de la Esquina" III
Introducción final
En un ambiente totalmente gris y mal oliente, dos hombres conversaban casi en susurro en una de las esquina de un bar de pésima reputación, cerca de la principal plaza mercantil a orillas de rio Támesis en lo que fue considerado como la “City” de toda Inglaterra a finales del siglo XVII. Ambos hombres llamados entre ellos como Sir, pertenecían al mismo partido o grupo conocidos como “Tory” a pesar de que nunca habían sido presentados. Desde luego, uno de ellos era el informante de los relatos y pistas que el otro deseaba conocer sobre el continente africano y sus riquezas naturales de oro y diamantes. Sir Albert Walholey escuchaba con mucha atención los detalles que aquel informante le estaba proporcionando por una buena suma de dinero, así como algo de cerveza y comida en aquel bar.
La novia en aquel entonces de este Sir era quien le había proporcionado los datos de este personaje que vendía al mejor postor su información muy personal. La novia había sido galante y respetuosamente piropeada, por el hombre en cuestión quien desde hacia varios días la observaba algo de cerca cuando en las tardes solía
pasear con la madre de esta chica previa presentación de su persona. El respeto era una de las virtudes que cualquier caballero debía presentar y en ese sentido era un maestro.
Las intenciones de muchacho no eran lo que la madre suponía. Realmente solo vestía y conversaba como todo un caballero de su tiempo, pero sus bolsillos estaban siempre vacios en busca de alguien a quien engañar. Además, la chica estaba comprometida con posibilidades reales de casarse con Sir Albert Walholey y el joven tenia conocimientos de todo aquella relación, tan solo necesitaba ser presentado en cualquier momento y de ahí su interés por esta chica y su novio.
Tal y como lo fue planeando aquel sujeto, el propio Sir lo contacto a sugerencia de su novia y ahora se encontraban en aquel bar con algunas jarras de cervezas de por medio. Sir Albert siempre fue muy avaricioso y a pesar de poseer suficiente riquezas heredadas de sus ancestros, siempre pretendía poseer mas y mas. De ahí que la idea del continente africano con sus riquezas naturales por explotar, lo entusiasmó considerablemente. El informante le proporcionaría en otra cita, algunos mapas y rutas para llegar al lugar exacto del oro y los diamantes. Parte del trato fue realizado y la nueva reunión quedó sellada con un apretón de mano para algunas semanas mas tarde.
Pasaron los días y el informante siguió con sus paseos e las tardes cerca de la joven, la hermana y su madre. El sujeto comenzó a interesarse por la hermana soltera y de alguna manera la madre dio su consentimiento a los paseos. Verdaderamente la novia de Sir Albert siempre se mostraba mas interesada por aquel sujeto que su hermana y este al darse cuenta de aquella situación a escondidas se veían en un bosque apartado del jardín de la lujosa mansión.
El informante cumplió varios de sus deseosos planes. A escondidas de una y otro hermana, mantuvo relaciones íntimas con las dos por separado en varios meses. En ese transcurso de tiempo, le vendió por una buena suma, algunos mapas, planos y rutas de un específico lugar en aquel gigantesco continente africano. Desde luego que las rutas eran confiables y Sir Albert las pudo comprobar con algunos navegantes de aquellos tiempos. Lo que nunca mostró a nadie y guardo con mucho recelo hasta de su familia y la futura esposa, fueron los falsos mapas de los lugares del supuesto oro y los diamantes.
Pasaron algunos meses y la rutina de las hermanas amándose a escondidas continuó sistemáticamente días alternos de las semanas. La anunciada boda fue celebrada y la ahora esposa de Sir Albert Walholey siguió siendo la amante de aquel falso sujeto.
Los planes de un futuro viaje a África junto a su esposa, mostró además la idea de construir una casona que los albergaría en temporadas donde con seguridad la explotación del oro y los diamantes dieran su dividendo. El hermano menor del Sir decidió acompañarlo en aquella aventura, luego que en una noche de copas, salieron a relucir los planos escondidos de su hermano mayor.
Apenas unos meses después, los hermanos Walholey partieron primeros en aquella aventura. Comprar algo de terreno en la zona que indicaban los mapas, fue cosa sencilla. No se encontraban muchas personas que quisieran invertir en semejante lugar, desconocidos por la mayoría de los ingleses de aquellos tiempos. La esposa de Sir Albert Walholey nunca fue de la idea de aquella aventura y por el momento se refugió en los brazos y caricias de su amante, hasta que su esposo regreso tres meses después de aquel primer viaje con su hermano.
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